domingo, mayo 21, 2006

Odisea 2036 Benicassim (Capítulo II)

Los dueños nos invitaron a tomar algo, nos sentamos en la mesa de plástico verde, en la terraza. Xavito y yo nos mirábamos, cómplices, como dos niños a punto de hacer una travesura. Y la hicimos. No dudamos en saber lo que pensaba el otro. Me aventuré a decirle a Rymon y a Merisun, los dueños, que estábamos decididos, que la hacíamos nuestra desde ese instante. Ellos, en ese momento, tenían la actitud más paternal que he tenido desde que decidí tomar el Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas, darle un abrazo gigante a Olguita, Juan Carlos y Diego y venirme a España, exactamente hace cuatro años.

Después de toda la conversación numérica hacia arriba y hacia abajo, hicimos nuestro indeseable descenso. Por nuestras cabezas pasaban pensamientos de ocupa, de aquí no nos movemos, es nuestro o qué les cuesta irse ahora si total lo quieren vender.

Pero no, nos tocaba pasar por la situación más angustiante, agobiante, de presión, miedo, escenas crueles e injustas.

Los personajes que nos vendieron el apartamento y nosotros firmamos el papel habitual, pre-contrato, donde se dejaba constancia que si pasados cuarenta días no habíamos pasado por el notario, los ahorritos que le habíamos dado al matrimonio, automáticamente eran de ellos. Perderíamos ilusión y dinero.

La cuarentena transcurría, salpicada de llamados telefónicos de Rymon ejerciendo presión, nosotros recorríamos bancos que metían la cabeza en nuestra vida preguntándo por qué un quinto sin ascensor, por qué en Benicassím, decenas de por qués; pasando por alto nuestro deseo. Ninguno ofrecía esa falsa mano en el hombro que necesitábamos, la señal que nos decía que la operación era factible. Lo único que queríamos era un préstamo que estábamos dispuestos a pagar mes a mes. Tasaciones que no llegaban, se quedaban cortas, papeles que no eran suficientes. No nos daban el dinero.

Y llegó Lola, nuestra amiga, Lola la de masde30castellon, la novia de César, la mamá de Micky el trompeta. Ella se ocupa de hacer operaciones inmobiliarias. La llamé por teléfono y silabeando las palabras, con su voz asustada, me dijo como si nada pasara:

- Tran-qui-la, que llamo a Moisés y él te lo saca.
- Pero Lolita, necesitamos que sea antes de quince días.
- Sí, sí. Pero ten en cuenta, Verito, que viene Semana Santa y en esos días no podremos hacer nada.

Yo, con voz resignada, titubeante, nerviosa, y con color oscuro le dije que no pasaba nada, que tendríamos paciencia y si no salía esta vez, sería en otra ocasión.
La misión Lola había comenzado, tendió cables a tierra por donde pudo, tranquilizaba por teléfono a Rymon que no paraba, tenía puesto el automático en el teléfono.

Pasamos la Semana Santa, haciendo acto de contricción, sin salir del piso, hablándonos con miradas cómplices.

A medida que pasaban los días, aumentaba nuestro pánico, pero el ingenio descubría miles de formas para discimular el aroma a miedo que se olía en la casa.

Decidimos crear Chocolatina Blog, una buena herramienta de desahogo, la excusa perfecta para quedarnos en casa, para no pasar por la playa bajo ninguna causa.

Llegó el día del trabajador, también en casa, montamos la mesa del comedor con el Mac y el PC, nuestra concentración metida detrás del monitor, inmersos en nuestros mundos de letras conectadas y los ojos sólo se cruzaban cuando apenas levantábamos las cabezas. El Blog se tornó obsesivo, nos preocupaba más escribir que el apartamento y seguimos adelante porque supimos que era el camino más acertado.

Continuará. Es una historia muy intensa para contarla en sólo dos capítulos.

1 comentario:

BW dijo...

... más, más, porfiiii!!! ...


(y otra vez: enhorabuena, felicidades, best wishes to you, :-))) ...!)