viernes, mayo 26, 2006

Odisea 2036 Benicassim (Capítulo III)

Los días pasaban y por fin, la tercera y última tasación. Cómo si estuviéramos en la sala de espera de una terapia intensiva. No podíamos hacer nada, solo esperar, que el Cirujano especialista en tasaciones difíciles nos dijera que el paciente se salvaría.

Continuamos en esos pasillos de angustia una semana más. El valorador de inmuebles superó nuestras expectativas ampliamente, la operación seguía adelante. Ahora nos tocaba encender velas de todos los colores a San Banco de la Comunidad Valenciana para que el comité analizador de Pringados nos diera el visto bueno final. Los llamados telefónicos no cesaban, y cada día teníamos que sortear una nueva idea descabellada de Raymon y Marysun, sus excusas y presiones nos daban a entender que ya no querían vender el apartamento. Y nosotros esperando.

No bajamos la guardia, éramos un equipo, Lola, Moisés, Xavito, yo y ahora se sumaba Paco, el director del banco que tenía en este momento nuestro deseo en sus manos.
Y nos lo concedió, dijo sí a nuestras esperanzas, proyectos, ilusiones, fantasías de ser sirenas terrestres, en fin, llegaron los primeros minutos de felicidad. Se cortaron muy pronto. Ante la confirmación de poder firmar el día que nos había impuesto el vendedor, lo llamamos a su celular para darle aviso. No nos contestaba, todo el equipo de la Odisea Benicassim intentando decirle que podíamos cumplir con lo solicitado por él. Con puntos y comas. No atendía.

Fue entonces cuando decidí atrincherarme en la puerta del apartamento hasta verlo salir y poder comunicarle que lo habíamos conseguido, que todos sus requerimientos podían ser satisfechos. Esperé durante mi horario de comida, contaba los minutos, inventaba estrategias, daba vueltas con el coche, imaginaba que me estaban espiando y en cuanto me vieran salir escaparían.

En una de las vueltas tácticas, una de las últimas planeadas, me los encuentro y aún notando el gesto de sorpresa y la mueca fingida de dolor, detengo el coche, y tras escuchar más de diez acusaciones seguidas donde me decían lo desgraciados que los estábamos haciendo, y creanmé que no sé el por qué, pude soltar mi noticia al aire, entre las moreras y los pinos, con una veintena de pájaros cantores de testigos y con los rayos del sol pegando recto sobre mi mollera.

Ahora me voy a hacer noni. Pronto continuará el cuarto y último capítulo de la odisea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias a vosotros. Todos los días tomo mi té con leche y cereales delante del pc y lo disfruto como una niña, necesito zampar solo levantarme!! y con la ilu de leeros.... aun mássssssssss!!
Alucino de lo way que lo haceis. Deberíais escribir miles de libros. Besitos a los dos.