miércoles, mayo 03, 2006

Mi papá era un artista

Mi papá, Juan Carlos, El negro Monetta, lo hemos llamado de muchas maneras, pero yo lo llamaría: Un hombre grande.

Todas las noches lo esperaba llegar, sabía que dentro del bolsillo del traje me traía mi "chocolate de aire comprimido" que después de la cena podía disfrutar como el manjar jamás degustado.

La honestidad ha sido el pilar dentro de los tantos ejemplos de vida que me dió, no sé si podré ser ni la mitad de honesta que lo que él ha sido.

Era un artísta, lo recuerdo siendo gallo, niña, Rafaela Carrá, el hombre de los chorizos colgando, el señor de la chaqueta a cuadros, un gran grupo de personajes que interpretaba, haciendo fonomímica en todos los clubes de barrio de Buenos Aires.

Hemos recorrido barrios con nuestros trastos a cuestas, mudándonos de casa en casa, pero el calor del hogar nos acompañaba adonde fuéramos. Parecíamos nómadas, pero él siempre con buen humor, volvía a empezar. Se quitó la corbata para subirse a un rastrojero azul turquesa del sesenta y ocho; se bajó para ajustarse el gorro de pizzero y amasar al estilo napolitano, aunque su padre era calabrés; luego se manejó un remis en Villa Luro hasta que un chorro le quitó la alianza de matrimonio. Mi papá siempre hizo frente a todas las circunstancias que la vida en Argentina le puso en el camino.

De convicciones muy fuertes, políticamente activista, de los que siempre llaman para las campañas pero nunca le dan un puesto. Esos son los buenos, los que sirven para cartel y que por sus escrúpulos en contra de la corrupción, no pueden estar en lo alto. No sabía ni quería robar.

Una de las cosas que más recuerdo de él es la respuesta a una de mis preguntas frecuentes:

— Papi, ¿a quién querés más, a mami o a mí?
— A Maaami, a ella la conocí primero.


Eso para mí era maravilloso, yo sabía perfectamente cuánto me quería, pero que me dijera que quería más a mi mamá me daba una seguridad absoluta, lo ponía muy alto, y el lo sabía.

Nos dió a mi, a Diego (mi hermano) y a Olguita (mi mami), todo lo que era, todo lo que hacía era para nosotros, cayó y volvió a levantarse miles de veces y todas por su familia.

Una vez, hicimos fonomímica juntos, nos disfrazamos de nenas con trencitas de lana amarilla, con la canción de “Cantaniño” que se llama “tengo un espejo”, el público ovacionó, él super orgulloso, y de mi cuerpo brotaba alegría.

Me llevaba a cantar a todos los centros de jubilados de Buenos Aires, a las cenas que animaba y hasta la Secretaría de Cultura de la Nación, él me presentaba y sus palabras me engrandecían, me pintaban y muchas veces exageraba mis cualidades, se notaba que era mi padre.

El 18 de noviembre de 2005, una mañana de primavera, con su mano sobre la mía, se mudó, una vez más, a un pisito mejor.

1 comentario:

Johnymepeino dijo...

Ya estuve aquí. Es sólo que el post sobre tu papá me tumbó, pudo conmigo. Me puede la sensibilidad cuando leo vidas de carne y hueso. Es sólo por eso que no comenté.

Gracias porque cuando veo los videosme siento como ahí en vuestro comedor viendo la los tres tenores. ¡Menudo Supermarido cantor que tienes! :)

Un abrazo a todos.