viernes, mayo 05, 2006

El loco de Bucay

— He tenido un sueño, lo he conseguido redactar y lo cuento en mi página de Internet.
— Estás loco como una cabra. —
responde Mari, una compañera de trabajo de lo más cabal y responsable — tú no estás bien de la cabeza — afirma con rotundidad ante semejante revelación.

Yo, que tengo universalmente reconocida mi fama de bocas, le cuento mi secreto como respuesta a su historia, mientras esperábamos para visitar un cliente. Esa noche había sido perseguida encarnizadamente por una enorme araña negra que la quería devorar.

— Los sueños tienen un significado
— Si —
afirmo con rotundidad como si fuera Bucay — pueden ser buenos o malos; depende.
— ¿Depende de qué?
— Del sicólogo que te los interprete. Si aprendes a descifrarlos como Verito, pues ya no te hace falta pagarle a nadie. Es gratis.


La cosa es que estoy loco por hacer algo que para mi es un ejercicio de la más absoluta normalidad. Y como cualquier opinión me influye, entro en pérdida, como los aviones en medio de una turbulencia. Y sé positivamente que no es ella sola la que tiene formada esa idea sobre mi actitud ante la vida. Es bastante general. Pero lo bueno de esto es que ahora remonto con facilidad.

— Es que soy raro Mari. — comento al más puro estilo de la gatamoixa
— Si. Es que tu eres rarito.
— Y raro se define como algo que no es normal.
— Si. La edad que tienes y haces unas cosas más raras.
— Y normalidad es lo común, es cuestión de cantidad.
— Si.
— Soy raro porque soy minoría.
— Claro.

Escribo en un Blog en compañia de Verito, historias que nos gustan. Me divierto jugando a pintar con palabras y a leer estos cuentos. He visitado muchas páginas en la red, y veo pocas que hablen en primera persona, que enseñen sin temor al que dirán. Me doy cuenta que soy una persona privilegiada. Que no tengo ningún temor por mostrar mis cosas. Que es una terapia maravillosa esto de escribir sobre tí.

— Xavito, a la tarde no estaré porque me voy al dentista a que me saque una muela. Los mails te los pasarán a tu correo.
— Vale Mari. La muela del juicio ¿no?
— Si.


Estoy satisfecho. He tenido un sueño, lo he conseguido redactar y lo cuento en mi página de Internet.

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