viernes, agosto 18, 2006

Bajando de la cumbre

Hace algún tiempo navegaba con el Solete a pocas millas de la costa viendo la franja litoral dibujada en mi escenario desde el poniente como un fondo pintado sobre un papel imaginario. Se extendía al sur desde Moncofa con la sierra Espadán en segundo plano hasta la olla de Benicassím, terminando la vista en la punta de Orpesa más allá de les Agulles. El cielo bajo tenía los colores de un Canaletto. Ese tono amarillento de barniz oxidado, como recubriendo un lienzo centenario olvidado en un viejo arcón, en la esquina más recóndita del desván. Una nube purulenta, apagada y sucia cubría toda la zona posándose entre las edificaciones, los naranjales y la huerta, difuminando su contorno. Era un horizonte intoxicado por los vapores exhalados de las fábricas azulejeras mezclado con el polvo arcilloso que impregnaba cualquier rincón, con la pegajosa humedad de melaza, dejando como señal una pátina ocre en la superfície de las cosas, un estigma bíblico, un tatuaje indeleble que también decoraba de beige la capa interior de todo bicho viviente.

Este Bophal mediterráneo desaparecía cuando la lluvia y el viento por separado o actuando en equipo, escampaban la mierda hacia otros lares, dejando límpio el paisaje, como si unos restauradores fantásticos hubiesen devuelto a la obra su riqueza cromática original.

-¡Hola Xavito! ¿En todo el día no has salido de casa?
-No...
-Estás en el mismo lugar que te dejé esta mañana. Repantigado en el sofá.
-Es que es distinto. Esta mañana estaba repantigado leyendo y ahora estoy repantigado escribiendo. Son actividades diferentes. Y entre medios he cazado una mesa al vuelo, me he preparado una xauxas con tomate, atún y macarrones –los que la Paqui dejó en la nevera –y he jugado con el loco Garbí en la terraza. También he dormitado con un ojo abierto y el otro vigilando el temporal por si las moscas.
-Açó no pot ser. Te saldrá un callo en el orto.
-Yo me lo paso bien. Tengo el mar delante, el fresco por todos lados, mis libros, internet, la cocina, mi guitarra, mis programas de música, mis pelis piratas –que se ven de miedo con el Pando –mi cama, mis reposeras, mi casa. La gente paga lo que no hay escrito por algo así. Yo también pero no lo estoy pensando todo el rato.

Verito se tumbó después de sacarse de encima el uniforme oficial de la empresa, su segunda piel, abrió su Sombra del Viento y se dispuso a mascullar refunfuñando frases. Ella se enoja porque yo le hago encargos teledirigidos. Como al mediodía corretea por los hipermercados de Castellón le pido que busque recambios de apliques eléctricos y cosas por ese estilo.

-Todo el santo día. De vacaciones. ¡Ostia Xavito! Y tenés el rostro de pedírme las cosas cuando sabés que estoy ocupada con el trabajo.
-Pero a ti te gusta y a mi no.
-...¡!

Se mosquea conmigo y encima como está a dieta tomando unos productos franceses de Diet Avenue que saben a viruta de aglomerado le resulta más complicado motivarse con un Sángano a la vera dando por culo –como diria la prima Karynita. Necesita algo que la relaje. Hacer deporte. Estirar las neuronas. Quemar calorías. Algo. ¡Sácame de aquí!

-¿Vamos a dar una vueltita kurrununi? –propongo como un animador de hotel en Benidorm.
-Vale –ahora responde vale. Es una expresión castellana. ¿Vamos hacia el Torreón?
-Podemos ir por el paseo de madera y cuando se acaba seguir por la arena. ¿Me pongo el sombrero?
-Si ya no hay sol y prácticamente es de noche. Como quieras.
-Es que así sé que estoy de vacaciones. Me siento turista en mi ciudad –sigo valorando mi casa como un lugar exótico. Alain me enseña y yo aprendo.

Con el capuchón calado y para que los transeuntes no crean que Verito pasea con un velador a medialuz agarrada tirando del enchufe, levanto el ala de la parte trasera y ahora parezco más un Tirolés. Salimos en dirección norte y conversamos sobre el paso fugaz del tiempo. La rapidez con que el verano está cabalgando sus horas en el calendario y ha rebasado el espacio delimitado, tachando las fechas una detrás de otra con rotulador rojo. Hablamos del presente, de vivir el momento sin echar la mirada del revés, sin volver la vista demasiado al frente esperando descubrir eldorado en la quimera de la nada, para destapar el papel brillante que envuelve un regalo de humo, escondiendo una simple caja vacía de cartón y sueños erráticos. Quiero borrar esos pensamientos de mi mente. Son piedras en el camino que vuelven mi carácter de por sí arrimado a la melancolía más nostálgico, pesado, huraño, triste. Son imágenes inútiles, inalcanzables, falseadas por la irrealidad de los recuerdos.

La certeza está en el instante. En ese punto tangible y vivo. La vida real está concentrada en el tacto terciopelo de la yema de tus dedos palpando un pedazo de piel de seda: en el aroma intenso de dulce perfume que sumerge todo un océano, estallando en tu pituitaria con la explosión nocturna de un Galán de Noche; en el sabor concentrado de una lengua caliente y extraña chocando con la saliva salada de tu propia boca; en el tañido vibrante de un instrumento afinado interpretando una melodía armónica en el interior de tu cerebro; en el brillo inmenso de un muro encalado flirteando con la luz cenital en un domingo cualquiera de agosto.

Pasamos caminando al ritmo lento de la marea que marca el descenso de la luz en una noche sin luna, descalzos sobre la tarima armada con gruesas traviesas de pino hasta llegar a la Escuela de Vela, donde la madera deja paso a la arena fina y tibia. Llegamos hasta la playa del Torreón disfrutando de una noche estrellada, clara, adornada con las centelleantes lentejuelas que jalonan el perfil horizontal, indicando entre las sombras azuladas la línea serpenteante de nuestro sendero. En lo alto, las luces amainadas de los apartamentos trazan siluetas encendidas en los balcones, dejando pasar las voces que suben escondidas escampándose desde recónditos setos hasta perderse en la inmensidad oscura tapadas por el constante sonido de las olas.

Llegamos a casa cansados del viaje. Cenamos y Verito se quedó dormida viendo Heights –En la cumbre. Ella si que está siempre en la cumbre. Aguantando como una reina. Quizás consiga algún dia ver una película de cabo a rabo. Cuando se baje.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hello...bye
Está bien escrito??(aún no he llegado a esa lección jiji)
DIVERTIDISIMO SANGANO

Unknown dijo...

Estàs fet tot un Lord anglés Marcial.