miércoles, agosto 02, 2006

El Perito Mormón

Anoche cenamos en casa con Noe, una amiga nuestra decoradora que vino de visita con unas velas perfumadas en frascos ovoides de cristal con forma de manzana y rellenas con cera de color miel de romero, cerveza rubicunda y añil jacaranda. Cuando las consuma dándoles el matarile, combustible efímero –ya les llegará el turno- las podré utilizar como vasos de gintónic. Está a dieta con diez kilos de menos caminando con espíritu de superación hacia la barrera de los quince. Seguro que lo consigue aunque la cumbre aparece lejana y el terreno escarpado dificulta la escalada. Se pondrá buenorra, le asaltarán por la calle para pedirle el número de teléfono y en la primera cita intentar tirársela. De momento ayer lo que sí nos tiró fueron todas las paredes del apartamento. Virtualmente revocó una a una las obsoletas estructuras que dividen nuestra magnífica residencia. Esto fuera, esto también; aquí un medio tabique, la cocina es una mierda, entera se va; allí un sofá.

-Y la tele ¿dónde está? –pregunta Noe intrigada-
-No tenim. Bueno una pequeña sin antena en el cuarto –respondo mohíno-
-Va Xavito. Piensa que tenés mucha plata. ¿Qué tele comprarías? –apoya la Vero-
-Yo?...como el ordenador
-De plasma Noe: él quiere de plasma.

Total, entre la una y la otra tris tras y casa nueva. Maestreo la pared, le pulo el gotelé, las ventanas estan bien, el baño a cagar todo fuera y pavés al fondo con ducha.

-Verito, esto que quieres te subirá un pastón.
-¿Vols dir?
-Esto por cinco kilos estará.
-Ew!

Todo este berenjenal ni por diez de los grandes como diría Bilijou. Ya me veo con ochenta y tres años trabajando de recogepelotas en algun club de tenis para terminar de pagar la hipoteca. Y eso que tiramos a lo rácano con un quinto sin ascensor que con cuarentaitantos largos no cerramos la partida. Que esto es Castellón y no el barrio Salamanca. Al final a comer sobre una caja de cartón del Carrefour. O haré como mi hermano el bricomaníaco, un palet, cuatro ladrillos, buen barniz y diseño pop réplica almodovariana hortera.

-¿De dónde sacais estas maravillas?
-En Ikea Barna está todo tirado.

Como a la gente de por aquí les ha dado por ir al de Murcia, les cuentas que en Barcelona cuidan más el diseño –igual que hacen en el Cortinglés, que en cada lugar te dan productos diferentes- Y ellos como no van a ir a los dos te miran con asombro y admiración.

Por la mañana escribí algunos correos alternándo con lecturas y cabezadas en la terraza hasta que se hizo la una del mediodía. Me pasan volando las horas. Bajé a la playa para encontrar las amistades acuáticas. Allí estaba Alfonso el doctor Snorkel y su nieto el inquieto Ignatius de Loyola, ese al que llamé Adrián, no tengo ni la más remota idea del porqué de tamaño equívoco ya que no se parecen absolutamente en nada. Nacho, Adrián. Mi cerebro maltratado yerra la dirección de sus conclusiones. ¿Falta de calcio? ¿Potásio? ¿Magnesio? Comeré de caliente a ver si se van tapando los desperfectos y recupero el pensamiento lógico. Nacho no es igual a Adrian. Repetir cien veces.

El niño -¿Cómo se llamaba?- está malcriado, normal, porque está con sus abuelos, y los abuelos están para malcriar a los nietos. Es la ley de la tercera generación. Aunque sean abuelos un poco reaccionarios, sirve del mismo modo, no hay que hacer modificaciones en el enunciado. Pues este gato salvaje tenia secuestrada a su yaya, saltándo desde las rocas de la escollera sobre un pequeño flotador color plátano con asas, el cual ya tenia la parte central destrozada y sin aire. El de ayer verde lo cambiaron por este nuevo y más manejable para que no les deslomara agotando el resto de años que les quedan de vida placentera en un solo verano.

-Ahora me toca a mi –comentó la señora- así descansa mi marido y puede salir a la punta de la escollera que el agua está más límpia.
-Y más lejos de la cría de jaguar. –acerté a responder con el cuerpo en posición de hacer el muerto-

Le arranqué una sonrisa a la abuela justo en el momento que el gañán calzado con unas gafas de buceo caía a peso sobre ella y el plátano que asía fuertemente con las dos manos dejándola aturdida y remojada al mismo tiempo.

-Es que es un niño tan inteligente y tan dulce –balbuceaba la domadora espurreando medio mar por la boca cegada por el tsunami- Mira como me abraza.
-Todo amor. Romeo y Julieta.

Al Adrián le duró la madre de su madre tres bombas más. A la cuarta su consorte, que debió percatarse de la situación regresó para el cambio de guardia. Y con él fue más duro el infante abuelicida. Solo llegar le palmeó en toda la cara un chorro de mediterráneo.

-Esto no se ha...
-...¡Choooof!...
-Egfstofss...-le estaba dando una buena tunda para marcar territorio el cachorro de doberman. Meado y cagado.

Y allí que fui yo, el bocas, porque estaba a dos metros del lugar de los hechos y con arte y cautela liberé al viejo del pez espada. Lo llevé medio engatusado hacia las rocas para enseñarle un cangrejo que asomaba su caparazón insconsciente del peligro que lo acechaba. Lo primero que recibí fué un pisotón de sus zapatillas de goma con la suela recubierta de pequeños remaches de goma dura como agarre para caminar sobre las algas resbaladizas del muro. Se puso de pie y con el izquierdo el muy cabrito me prensaba la mano que tenia apoyada en un saliente.

-¡Eh! Niño. No me pises –me quejé amargamente sin poder sacudirle al renacuajo-
-Venga no pises al señor. ¿No ves que le puedes hacer daño? – ¿Daño? Me estaba clavando las zapatillas. A punto de llorar estaba-

Luego saltó al agua delante de mi y lo primero que hizo fue lanzarme una palmotada de agua después de habérsela endiñado a su abuelo Alfonso, que la recibió con paciente displicencia.

-Si me vuelves a rociar me largo y no me ves el pelo.
-...!

La segunda intención se retuvo en el camino y no se llevó a cabo. Me miró, nos miramos la cosa con orejas nacida en un monte de Logroño y yo. Tanteamos las fuerzas durante un eterno instante y al final parece ser que gané el round.

-Si quieres conservar a los amigos los tienes que cuidar –le espetó Alfonso el magnánimo-
-...¡Chooffff...!

Lo cubrió con otra manta de agua y se vino a jugar conmigo. A partir de ese momento ya no me tocó los huevos sino que era como un niño normal.

Esta mañana ha pasado el afilador con su enigmático soniquete y esa melodía inequívoca, única que antaño salía de una flauta de plástico comprada en un kiosco y que esta mañana ha retorcido durante unos minutos mi imaginación nostálgica pero esta vez emergiendo desde los altavoces de una furgoneta azul. Ni había moto carrasquera ni rulos de afilar tipo cabeza Dama de Elche en el portamaletas.

Después pasó un porsche descapotado con el teléfono incrustado en el equipo que pensaba yo que era un coche de la policía local que pasaba debajo de los pinos de mi edificio. El colmo de los capullos –este bendito pueblo es la sede de los porsches; cualquier hortera con pasta suficiente se agencia uno. Si lo piensas mucho no lo haces, comentaba un recién porschero a dos amigos que circulaban en bicicleta por la avenida; en Benicassim te tiras un pedo y sale un careta con un coche de macarras- Al que he visto con otro look es al Pirés, el del Vilareal paseando con un ferrari rojo. Canta mil entre tanto quieroynopuedo gris pizarra.

Después me ha llegado el tipejo espabilado del seguro en forma de perito con ojos azules y aspecto de mormón, que parecía que venía a vender alguna biblia. Se ha trasquilado los cinco pisos con el calorazo en un santiamén y sin soltar ni una gota. Pim-pam y la culpa la tienes tú. El seguro no se hace cargo de estas cosas. Solo de las cañerias. Foto aquí y foto allá, animaté, animaté como la canción de Mecano. Pim-pam y suelta la puta pasta que el seguro está para otros menesteres. Y va y me dice que si tengo la casa el tiempo que la tengo que el que mela vendió es el que tiene que amollar porque tal, y me ha soltado una frase legítima en latín, algo así como coitus interruptus. Pero a aquel pájaro de Toledo, ave de rapiña castellano manchega, no queremos ni verlo en la escritura; preferimos trabajos forzados y galeras durante tres años. El tema es que a nuestra vecina del cuarto le llovió un día por el techo de la terraza y parece ser que el responsable a partir de hoy es nuestro piso. En castellano claro, nosotros. Yo no sé de esto, pero valdrá un pastón. Encima tenemos que arreglar los desperfectos en la casa de la vecina. Iluminación y pintura. Ale.

-¿Y si le cae esta cenefa a la cabeza de un vecino?
-Problemas señor, problemas. Mejor que no le caiga.

Después justo acabar con el hombre justo de la biblia y comprarle dos tomos me llamó Pepepa que estaba en el Eurosol con sus dos niñas para tomar una cerveza; hemos tomado dos y con el puntito nos hemos despedido, ellos a comer a casa de la abuela y yo a refrescar mi cuerpo en el agua de la playa a ver si se me pasa el disgusto. Y ahí estamos. Y la vecina no está en casa.

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