domingo, agosto 20, 2006

Juanito el Robot del Hogar

El viernes llamé a mi hermano Juan para que arreglara el desastre de instalación eléctrica que tenia montado en la galería de mi casa. No era capaz de enderezar semejante desaguisado con mis limitados conocimientos. A decir verdad fue una pequeña treta que inventé para conseguir estar con él un rato a solas y disfutar de su compañía. Como siempre acudió solícito en mi ayuda sin poner reparos y a las doce estaba debajo del apartamento con el coche de Rubén que está en Menorca. Subió para analizar el problema.

-Açó es una merda de instalació. Quin fill de puta haurà fet este embolic? No se ha quemado la casa de puro milagro.

Y se puso manos a la obra. Diseñó una estrategia y para llevarla a cabo necesitábamos unas piezas, una toma y una clavija. Nos acercamos a Castellón entrando en Leroy Merlin. Conseguimos los recambios y cuatro estores blancos para el salón por noventa euros la pieza, total trescientos sesenta. Casi me dió un ataque porque al mirar los precios en la estantería había visto un cincuenta marcado, pero eran otros parecidos que estaban al lado y de un tamaño reducido. Pagué con dolor y nos dirigimos a Benicassim. El reloj del coche marcaba la una y media.

-¿Te quedarás a comer no? Ya es tarde.
-Mmm. Llamaré a Robert que no me esperen. Esto en cinco minutos está finiquitado.
-¿Seguro?
-Clar!

Lo paseé dando un rodeo por la ruta turística al lado de la playa bajando por la Avenida, cruzando todas las villas hasta llegar al Mercadona nuevo. Lo metí de cabeza dentro y me propuso preparar unas gambas al ajillo como menú y para acompañar un vino blanco. Compró quince animalitos explicándome qué diferencia existía entre un montón y otro de crustáceos sin que llegara a quedarme claro.

-¿Y estas no son iguales que estas? -le señalaba confundido entre las cajas del refrigerador.
-¿No vés que no? La rojas son las que tienes que elegir. Luego vas a la dependienta y le pides una cantidad. Dame cinco, o lo que sea. Que ellas las cuentan de una en una. A once euros el kilo.
-Cuando vuelvas te llamo de nuevo y me las compras.

Ya en casa se puso como un campeón a solucionarme el enchufe pero no le terminaban de salir las cuentas. Cable que entra por aquí y cable que sale por allá con el puente que engancha por este otro agujero. Como la cosa venía algo torcida me propuso abrir al vino y andar tentando los vasos.

-Que Juanito. ¿Te aclaras con el esquema?
-¡Ostia! Si esto es lo más fácil. Es solo un click clack.
-¿No lo dejaremos para después y preparamos la comida que van a dar las cuatro?

Y se puso con la tarea de las gambas. Las peló con soltura quitándoles la cabeza y las patas, dispuso un pequeña cazuela con un dedo de aceite de oliva y cinco ajos cortados en rebanadas. Con el sofrito añadió las piezas limpias, una pizca de pimienta negra, sal y seguido un chorro de brandy de Jerez Real Tesoro. Flambeó el caldo hasta que se agotó el alcohol y el aceite se convirtió por arte de magia en un salsa inimaginable con un aroma que inundó la casa por completo.

-¿Salimos fuera a la terraza o le damos desde aquí directamente? -le dije.
-Grouncfss, frounchsssfgss...-respondió devorando el trozo de pan mojado en la cazuela con la mano derecha dentro ya de la boca y armado con un tenedor ensartando la primera gamba con la izquierda.
-Froungfssss, grounpschhs...-y zanjé la conversación.

Nos quedamos dentro. Acabé entrompado con el vino y la barra y media de pan, que no podía ni hablar ni levantar un milímetro los párpados. Se cerraban como dos compuertas de pantano. Caí sobre el sofá y tuve el tiempo justo mientras descendía sobre la tela de proponerle ver una película, para dormir acompañados del soniquete. Pasó olímpicamente de mi propuesta y siguió con el problema del cableado de la instalación, remugando con su estilo peculiar entre el humo de sus cigarrillos de Marlboro. A eso de las siete regresé al mundo de los vivos aturdido, no sé si por el resacón o por la mezcla de pan y salsa de las gambas -y las longanizas de pascua y los pedazos de queso manchego y de tetilla, que hubo variedad de tapas.

-Oye Juan: ¿Quieres decir que esto que acabamos de engullirnos no tiene aceite? -pregunté intentando averiguar donde estaba el quid de la cuestión de mi profundo y pesado sueño.
-¿Tú has visto el aceite por alguna parte?
-Pues nó.
-¿Tenía aspecto de tener aceite eso que estabas mojando con pan? ¿Eh?
-La verdad es que no.
-Ves. Eso era una salsita. Salsa, no aceite.
-Pues yo bien que he visto el dedo y pico que has metido con los ajos.
-Pero eso se va. Se evapora con el flambeado.
-Ah.
-Además un poco de aceite no hace daño. Las máquinas funcionan con aceite.
-Clar.

Llegó Verito del trabajo casi cuando estaba encontrando la solución al enigma de las clavijas y todo eso. Si este no es, al otro, y si no al otro y vas probando -decía.

-¿Y en el envoltorio de cartón no explica como hay que conectar el asunto?
-¿Y tú has estudiado electricidad, un cursillo o un master?
-Pues no. -le contesté.
-Pues yo tampoco. Así que a probar empíricamente. Como los científicos.

Al final arregló la instalación y ya funciona el enchufe y la luz de la galería sin temor a que se prenda fuego la casa. Aprovechando que lo tenía cerca y con Verito rondando le encomendé la tarea de colocar los estores. Para ello aludí a su facilidad y destreza con todo tipo de operaciones. Igual te repara un roto que un descosido. Y como sabe hacer de todo y yo no, pues ahí que le dí.

-Xavito, no seas cara dura, que eso puedes hacerlo tú -me espetó Verito.
-Si lo coloco yo mañana están en el suelo apiladas. A él le cuesta cinco minutos.

Y se lanzó a taladrar agujeros y medir distancias y plantar estores con Verito de machaca y en media hora o más lo dejaron listo. Me ha dejado la casa como un pincel. He sido feliz por tenerlo para mi solo durante un día. Le invitamos a cenar pero ya no quiso quedarse porque tenía ganas de ver a sus hijas, que estaban en casa de mi hermana en Nules. Se fue y el que se quedó con la sensación de nostalgia en el alma fuí yo. A mi hermano lo quiero mucho y admiro la energía que pone en todas las cosas que hace y el talento que atesora. Desearía verlo más a menudo y disfrutar de su presencia pero no puede ser. Hasta pronto.

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