viernes, junio 16, 2006

Mis días sin talibán

Me han dejado como responsable de esta hoja diaria, y tengo que llenar este espacio hasta que llegue Xavito con ese borbotón de aventuras que tendrá para contar cuando llegue de Dublín.
No quería irse, tenía ganas de disfrutar de su terraza, su vista con el mar de fondo enfadado que tenemos desde hace tres días y el reflejo de la luna que nos han pintado justo frente a las tumbonas que tenemos con parking fijo.
Todos los ambientes de la casa me parecen absolutamente iguales, desde que nos mudamos aquí, no hemos mirado la tele, y hoy, que sé que Xavito no está por llegar, que no espero a nadie, lo primero que hice fue encender el chupete electrónico para sentirme acompañada.
Lo llamaría al móvil todo el tiempo, pero me contengo porque también me hace mucha ilusión que cuando venga tenga mil historias que relatarme.
Me han invitado a ir de tascas por Castellón. Mis compañeras harán unas copas esta noche. Una de ellas también pasará la oscuridad del viernes sola, su marido tiene una travesía ciclista, así que para aunar nuestras soledades, organizó esta mini fiesta. En principio dije que sí, pero con el correr de las horas ví que se hacían las seis de la tarde y mi corazón se aceleraba cuando por mi cabeza pasaba la palabra MAR.
Hablé con las chicas, les conté que no me apetecía, y después de escuchar unos dos o tres “pero tíaaa”, y ya sin culpas, emprendí el ansiado camino a casa.
He tenido dos escalas antes de llegar. Una en monfort donde me esperaba un mantel rojo para vestir la mesa de la terraza que reboza de logos de Coca Cola; y la siguiente escala fue en una casa de electrodomésticos para hacerme, por fin, de una cafetera express que deseo desde hace tiempo. Por cierto, la he probado y hace un cafecito espumoso increíble.
Ahora estoy en la terraza, mientras redacto el post veo como una niña hace burbujas de jabón con un vaso y un cosito especial para eso, las mira irse y tomar el mismo rumbo que la bandada de pájaros que recrea el fondo marino y tranquilo que tengo de frente.
Intento entretenerme hasta con los ejercicios de mi vecino, tengo la vista parcializada, un poco para cada lado. Procuro hacele caso a cada detalle que pasa por mi costado. El viento que tira mi falda hacia arriba y desnuda mi pierna. El mosquito que trata por todos los medios de succionar lo que queda de mi buen alimento, ya que anoche eran como veinte y yo sin Xavito al lado para quejarme de mi fastidio.
Hoy me acompañarán dos panes de leche con jamón y queso, un zumo de naranja Pascual que es 100% zumo directo con pulpa y me encanta, y el broche final lo pondrá el helado de mango sin azúcar que compré en Mercadona.
Luego, NO SE QUE HARE, desesperar, este tío, Xavito, no tiene ni idea de lo importante que es para mí. Yo no sé porque lo quiero tanto. ¿Será porque me siento amada, porque siempre está pendiente de mi felicidad, porque me corteja, me halaga y me critica con amor?
Bueno, blogueros míos, cortaré comunicación en este momento ya que mi ojo derecho está detectando que en la tele están mostrando uno de los seis goles que esta tarde marcó Argentina.

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