viernes, junio 02, 2006

Travesuras

Hoy he soñado con Vicente Gimeno, travieso, que robaba un bocadillo gigante de jamón anegado en tomate y aceite de oliva, en lo que a todas luces era una fiesta de celebración de la victoria del Barça. Lo birlaba del escaparate donde estaba preparado para la fiesta. Desde fuera, podía ver varias mesas con la esquina vuelta ante nuestra atenta mirada. Cada pieza se extendía a lo largo, como si fuera una boa constrictor del Amazonas. Él levantaba un cristal, metía la mano por la abertura atrapando un extremo del trofeo, y tiraba de ella con un gesto rápido. Fuera domesticaba el enorme bollo intentando juntar las dos partes, que eran extensas y estaban húmedas por la salsa. Se desbarataban como una tarta nupcial derrotada, blandas como una goma. Seguro que tendría una digestión apresurada. Yo estoy con él y me preocupa el acto que acaba de hacer. Nos la vamos a cargar, aunque solo tengo el papel de comparsa en esta obra. Soy cómplice del vandálico acto. El sigue tranquilo en su fechoría. Ni se inmuta, impasible.

Estoy jugando a fútbol de portero. En el viejo solar de les Bases Roges, en la Vilavella, con los protagonistas de mi niñez, mezclados con los de mi etapa en Castellón. Era como un partido de barrio. En el campo de tierra yo no puedo detener la avalancha de juego del equipo que domina. Caen los goles y es imposible parar la pelota. Me siento impotente ante el juego que realizan los chicos. Vienen en tromba y ante la salida en corto, me cuelgan la bola por encima, haciéndo un sombrero impecable. Se quejan de que no me lanzo a por ella, de que hago la estatua. Mis piernas estan atrapadas, ancladas. Quiero saltar como una pulga y no consigo levantar los pies. Ellos juegan sobre una capa polvorienta de arcilla roja y piedras. En las esquinas crece algo de hierba rala. Grama seca y amarillenta que soporta inmutable la falta de lluvia.

—en el corner hay cesped y puedes jugar bien —ríen burlones.

Ahora me veo sentado frente a Pablo, el amigo de la infancia, conversando con su hermana Margarita. Pero en el sueño es su hija. La mira con una sonrisa cómplice, de cariño paternal, orgulloso y protector. Ella está cerca, rozándome la cara con su pelo lacio. Se le ve feliz jugando con su hija adulta a que son amigos. Se compenetran con un lenguaje cifrado, de palabras que solo ellos dos entienden.

Fumo apresuradamente un cigarro, dando caladas intensas que me llegan hasta el fondo de los pulmones. Siento como ese humo lechoso, enfría mis alveolos, rozando al bajar, las paredes de mi garganta. Expulso el gas con fuerza, exhalando con un soplo contínuo y prolongado, como las fumarolas de una locomotora de vapor a punto de salir de la estación.

Los jugadores descienden por la escalinata alta y blanca en el exterior de un gran edificio, al fondo. Al llegar al final el suelo es de barro, como una taza de chocolate caliente que se mueve en forma de molinete, viscosa y mojada, porque sigue lloviendo. Espanta la idea de pisar aquella masa.

Estanislao Lengua Martínez. Pasamos por una calle. Está junto a mi y el grupo de gente del sueño. Lo llaman desde una esquina y desaparece de mi vista, colgándose de una maroma afirmada en la baranda del puente. Observo con estupor un diente de león, formado por gente colgada de esa cuerda, al tiempo que se balancean por debajo del ojo de la construcción. Son un péndulo humano en forma de racimo de uva. No entiendo cómo se sujetan sin caer durante el largo balanceo. En un armónico movimiento al final de uno de los vaivenes, se sueltan de la cuerda todos a la vez, aterrizando en el suelo desnivelado, suavemente.

Modelo con mis propias manos una criatura. De la misma manera que amaso un pan, pero con la sensación que tengo en los dedos cuando manipulo un trozo de pechuga de pollo. Un tacto blando y frío, gelatinoso, muerto. Es un niño, y percibo la presencia a mi lado de otra persona, pero no sé quién es. No consigo ver su rostro difuminado. También construye.

Verito ya ha vuelto de Barcelona y está cansada. La quiero mucho. Hoy es viernes y tenemos un fin de semana por delante. Ya estoy despierto.

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