sábado, septiembre 09, 2006

La sierra de calar

Una ergonómica sierra de calar eléctrica de Black&Decker por veintinueve euros, un cuadro de cartulina retractilada con cinco cuchillas suizas de recambio y un juego de manivelas señoriales castellanas refulgentes como la cúpula del Kremlin a once euros, para la puerta del baño que abría con un muñón herrumbroso que nos dejó de recuerdo el toledano. Buscamos algo similar a lo que ya está instalado en todo el apartamento, aunque nos parezca demasiado clásico por no llamarle directamente hortera.

Esta mañana nos levantamos con la creativa idea que tuve a raiz de unos sueños mezclados de fútbol, barcos y tormentosos naufragios.

-¿Y si desguazamos los muebles dividiendo las baldas en pequeños cachitos manejables para introducirlos en bolsas de basura y de ese modo podemos bajarlos con facilidad? Los cargamos en los dos coches y podemos arrojarlos al ecoparque de Castellón, sin necesidad de alquilar una furgoneta.
-Si los metemos en bolsas los echamos en el contenedor de las basuras. Más fácil.
-Eres tan práctica.

Y después de ver la película Kebab Connection, que anoche dejamos en los créditos, nos lanzamos con los dientes sin cepillar y cien gramos de legañas pegajosas asidas como costras en el extremo de los lacrimales, con destino Leroy Merlín, después de descartar el Brico Iberia del Grau, porque no encontramos la página web para consultar los artículos. En la de Leroy estaba perfectamente organizado el listado de productos y averiguamos rápidamente que podíamos realizar nuestra aventura dentro de los costes planificados.

Busqué una vez en la tienda baldas con el soporte angular de pared para el switch que enlaza todos mis equipos en Incomedia, y que ahora tengo en el suelo sobre una caja de cartón para naranjas de mi amigo Llusar, que temo que con los recalentamientos o una mala conexión pueda incendiar el local. Pero no encontré nada que fuera sencillo y simple de colocar. Y barato. Ya investigaré en otros lugares. No quería más trabajo para hoy, así que con las herramientas en la bolsa salimos del centro.

-¿Qué no iremos, ya que estamos al lado, a ver la pantalla de televisión al Media Markt? ¿Pensabas que no me acordaría eh Xavito?
-Lo tenía más claro que el agua. Estaba esperando. Bueno pues vamos.

Llegando a la puerta vimos delante a una pareja que se dirigía hacia el mismo destino que nosotros. El de la izquierda llevaba asida por el asa de plástico un envase negro con aspecto de maletín y el símbolo de la manzana mordida en blanco impreso en la parte trasera. Cuando veo algo de Apple me llama siempre la atención y siento enorme curiosidad por averiguar la personalidad del portador. Vestía al uso, zapatillas desgastadas de diseño, vaqueros de bolsillos bajos, camisa oscura. El acompañante era de otra línea, un cierto desaliño en la ropa, calzones a las rodillas, alpargatas con el talón chafado, una camiseta de color indefinido, un bolso en bandolera con el pelo escarolado y fulvo.

-Mira Verito ese. El que lleva el Mac tiene pintas, pero el otro viste como yo, con la gracia de un turista de Liverpool.
-Si, si. Clavadito.

Al entrar por la puerta resulta que eran dos conocidos nuestros de la Vall, integrantes de la Schola Cantorum, padre e hijo. Nos hemos alegrado de verlos. Iban a devolver el Ibook que les vendieron la semana pasada porque no les funcionaba la pantalla.

Dentro decenas, cientos de pantallas, esperaban nuestra visita. Una vez repasadas todas las plasmadianas seguro que compraremos algo que rondará los mil quinientos. Tendremos que trabajar de putos para costear todo este despilfarro de las últimas semanas.

Después antes de pasar por casa vaciamos el Mercadona para proveernos de avituallamiento, víveres para engordar unos kilos y poder sentarnos a gusto repantigados sobre la piel tersa y helada del nuevo sofá o desperdigarnos con total indolencia encima de las moléculas hiperventiladas y supermegaflexionadas del colchón.

Estuvimos toda la tarde aserrando los muebles, la mesa camilla de las de antes, y la estantería. Ya está todo en bolsas repartido a lo largo del pasillo. Iremos bajando cada día unas cuantas, camuflándolas entre las orgánicas. Somos unos desaprensivos y malos ciudadanos.

Ahora que Verito ha preparado los bocadillos nos vamos a cenar con los amigos ahí abajo en la playa, sobre el paseo de madera, igual que otra noche. Bajaremos el barril de cerveza.

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