viernes, septiembre 08, 2006

Harley y Darwin

Tengo una duda de carácter empírico que está devorando mi pensamiento dejando un reguero de corrosión entre las filas apretadas de mi sinuoso y enredado torrente cerebral. Todavía no tengo claro si los que montan una Harley tienen un aspecto físico tan lamentable desde que nadaban en el útero agitado de su madre y ese líquido amniótico les arrugó las formas, deteriorando irremisiblemente cada parte visible de sus cuerpos, o si la amarga estructura exterior con que nos regalan la vista es una consecuencia directa de las vibraciones producidas por la ausencia de silenciadores en el extremo cromado de sus pénicos escapes.

Que esas masas purulentas revestidas de negro ya eran así cuando nacieron, como la roncha color cereza que tengo pintada en el cogote, o se trasformaron debido a un trauma infantil provocado por la repetida abrasión de cólon al ser brutalmente agredidos por una troupe de gorilas desquiciados en una remota visita escolar al zoológico.

El por qué son tan feos y están tan mal hechos. Y mira que los hay de todos los colores; alargados, enjutos, obesos, mórbidos, zamacotes, troncales, hipopotámicos, hipertatuados, paticortos, diminutos, lilipúticos, oséznicos, impúdicos, panzúdicos, pelágicos pero sobre todo viejos y cabreados. No se escapa ni uno. Y estoy que no sé si la moto es un problema o una bendición.

Ellos cabalgan bajo mi casa exhibiendo sus hirsutas canas pegadas con saliva en la superfície de sus cráneos rellenos de paja, cal viva y aglomerado residual de pino mediterráneo, con la mirada perdida en el infinito al carecer de receptáculos en el interior de sus cuencas que se conecten con algún centro neuronal que procese cualquier información. Verito me dice que los moteros viajan con el rostro ladeado, con la cara perpendicular al sentido de la marcha y observan la carretera de reojo con las cejas levantadas y una expresión de extraña sorpresa.

Yo le respondo que habrán visto algo interesante sobre el arcén y no pueden dejar de lucir su palmito. Y para no tragarse el coche que llevan delante deben hacer cabriolas con las posturas del cuello.

A mí me gusta que la gente se entretenga y juegue siempre, con el pretexto que sea, no importa si es a horcajadas en una moto o sentados ante una mesa organizando una partida de guiñote. Lo que no he podido averiguar es el motivo genético que produce esas irregularidades tan alarmantes que van en detrimento de una evolución positiva de nuestra especie.

Vamos caminando hacia atrás, como los cangrejos, aunque los que tengo en la escollera ahí delante rulan de lado. A tio Darwin le estan machacando su teoría estos antiguos y abollados ángelitos del purgatorio. Imagino a los homos moterus trotando a cinco patas con un tubo clavado en el trasero y un manillar de cuernos con la maneta del embrague emergiendo de las orejas entablando una conversación inteligente con una pinta de cerveza helada deslizándose gaznate abajo.

-Ptoptooproumm!
-Broouumptoptobrotpooptop!

De momento los escucho trasladarse por estos andurriales intentando encontrar algo que seguro que se les ha perdido, y al parecer no encuentran porque no cejan en su empeño. Verito está preparando una especie de pizza de masa fina para cenar porque no teníamos mucho material comestible en la despensa. Está inventando cosas y sirviendo vasos de Heineken del barrilito verde. Ya llevo tres. Sale de la cocina y baila en el salón iluminado con las lámparas traslúcidas del Ikea mientras suena en los altavoces los temas de grandes éxitos de Los Secretos.

-Oh!Oh!Oh!Oh! si, no me imagino como podré estar sin tí.

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