Pateo la calle arriba y abajo, ojeando con disimulo a uno y otro lado de la fila de vehículos. Si casualmente me cruzo con algún vecino, desenfundo con soltura mi Nokia, improviso una llamada y gesticulo abiertamente. Me hago el sueco y evito saludarlo; si estoy de buen talante ese día, realizo un ligero movimiento a modo de saludo. Tímido soy de cojones, pero educado. Los que no conocen bien mi carácter, confunden vergüenza con altanería y opinan que soy un chuloputas. En otras ocasiones simplemente es despiste. Ando ensimismado en mi propio mundo cavilando quién sabe qué desventuras. Y paso de largo.
– Hola.
– ¿?
– ¿Tú no eres Portalés el que jugaba en el Castellón?
– Pues si.
– ¿No te acuerdas de mi?
– No. Me falla la memoria.
Verito asegura que tengo memoria selectiva; para lo que me interesa. Cómo puedo olvidar tan pronto, me pregunta con la mosca detrás de la oreja. Ahora doy vueltas por la zona y vuelvo de nuevo sobre mis pasos, que igual he pasado por delante de mi utilitario y no lo he visto. Como está sucio y acribillado con caca de pájaro autóctono, le cambia el color y parece otro. Si vuelvo a encontrarme con la misma persona, gestiono el plan be, que incluye conversación a dos bandas, y eso confunde mucho al personal; armo el sainete y meto la capa roja en el engaño a ver si cae.
– Si. Dime, dime.
– ...
– Ya, desde luego, pero hombre que hago, ¿te espero?
– ...
– No. claro. Bueno, ya veremos.
– ...
– ¡Por favor!
Ahí estoy, hablando solo igual que Santa Teresa. A mi cerebro le ocurre lo que a Doris, el pez azul de la película Nemo, que tiene una tarjeta de memoria con poca capacidad y solo guarda los últimos segundos, pisando lo anterior sin remordimientos. Pero alguién dijo una vez que la suerte no abandona a los valientes. Al final siempre doy con el paradero y puedo salir para la oficina, aunque con veinte minutos de retraso. Ahora que ya tenemos el piso de Benicassim, saldré antes por la mañana, que de lo contrario me echarán de la empresa, no podré pagar la hipoteca y me tocará dormir en la calle con un cartón encima.
Solamente una vez, como el bolero, no pude dar con mi auto y pensando que era víctima de un robo, acudí a la Policía Local. Pero esa es otra historia.

4 comentarios:
Hola Xavito, 1º felicitarte por haber conseguido el apartamento de la playa...ummmm tiene que ser la ostiaaaaa levantarse y desayunar en esa terraza mirando el mar.
2ºCada día escribes mejor jejeje lo del teléfono creo que lo hacemos todos, yo soy una esperta en hablar sola, incluso lo hago en el trabajo cuando hay comerciales pesados que no quiero que me molesten... jejeje
besos
Geles
Hola Gelatina,
Si que tiene que ser al ostia aunque no lo he probado aún, y como parece que será el casal de la peña, pues ya te damos el carné de socia y te puedes venir a la playa cuando quieras. Te llevas en el coche el saco de dormir y la esterilla porque los demás socios se pillan el espacio libre. El que se va a Sevilla pierde su silla, comentan los muy cabrones...
besitos,
Xavito
la mierda que tiene el coche seria un buen punto de partida para su búsqueda o mejor utilizar el mando a distancia para localizar los intermitentes que aun que sucios no ocultos.
pensándolo mejor sube los 3 pisos de nuevo por que de todas formas llegaras tarde.
Con la mierda es difícil porque los pájaros lo cubren todo. Aunque te aseguro que el problema es la memoria.
Un abrazo.
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