jueves, julio 27, 2006

¿Quién se comió la masita?

Estaba cantado lo de la comida. Hasta el novio de doñainés, ignorante de las causas exclamó con un pié sobre el escalón de la entrada:

-Como sois jóvenes no habeis aprendido todavía a disfrutar de las cosas buenas de la vida. Cuando se sale de fiesta y se celebra una comida, se va de fiesta y se celebra una comida, y no se vuelve al trabajo después.

Nos ha visto tan desordenados y con la cara de circunstancias, sin querer probar ni el vino, excepto cuatro gotas cuatro convidados, que ni una botella de tinto para diez y sobrando un poso. Faltaban veinte minutos para dar las seis cuando salimos del restaurante Marblau. De allí Mateu, Carlos, Ana y yo a trabajar, o dicho de otra manera, a tocarnos los huevos porque de producir alguna cosa decente a esa hora nada. Torrados y con el cuerpo desganado hemos cumplido las ordenanzas según el reglamento y para de contar. Como diría mi padre:

-de forment, ni un grà.

No estoy enojado con esta decisión, simplemente molesto con la manera injusta de plantear esta despedida de vacaciones. Es una lástima y lo siento por mis compañeros, los que se han quedado a trabajar, que los pobres no dicen ni pio y me siguen sin hacer nigún reproche. Bueno. No me apetece comentar más del asunto, ni tampoco describir las viandas de Jesús porque verdaderamente para mi no ha resultado divertido. Mañana será otro dia.

Ahora estoy sentado en la tumbona con la colchoneta roja, con el portátil acomodado en una silla, que la batería si lo apoyo sobre el regazo me fríe de calor; en invierno es un placer pero ahora es tortura china. Cavilo sumido en la penumbra de la noche, acompañado de los pesados mosquitos y las luces que centellean arriba en los apartamentos y abajo en la calle. Llegan hasta mi altura los sonidos que genera el verano y que llevo asociado desde siempre a la estación. Voces de niños energéticos mezclados con el eco cruzado de los televisores y el ruido de los vehículos que transitan por la avenida.

Hay personas que sufren con estas músicas y rezongan con pesaroso donaire; quejas y sainetes. Para mi es la señal de que la vida corre impetuosa por las arterias de la ciudad repleta de glóbulos de colores y deseos de jugar. Toni, el compañero que lleva la administración de la empresa, decía en la comida que había comprado un piso en la playa de Moncofa en tercera fila por catorce millones –en pesetas hace tres años y que hoy vale el triple- porque allí no escuchaba estos ruidos que tanto aprecio. Precisamente –decia él- que sus suegros disponen de un apartamento en primera línea y que no le gusta ir a tan magno lugar por ese motivo. Yo que soy algo malpensado pienso que algo tendrá que ver que son los suegros. Luego seguía comentando que realmente acudía a la playa por su mujer y su hija ya que a él lo que le gusta es vivir en la montaña -exactamente en las Grutas de San José de La Vall d’Uixó que és el lugar donde se crió de niño y donde pasaba sus vacaciones estivales. Eso no lo ha dicho hoy, pero más de una vez escuché esas palabras- Para mi que tiene ganas de que pase el verano y volver a su quehacer habitual entrenando niños en la escuela de fútbol y atendiendo sus aficiones taurinas. Para rematar adjunta el motivo de que es una inversión –tenia unos ahorrilllos-y me quedo sin saber a que atenerme hecho un ovillo mental. Después de todo esa casa será utilizada como mucho durante un mes al año, o ni eso porque ya estaba preparando unas vacaciones en Disney París.

Normalmente la gente habla con premisas extrañas para dar la vuelta a las ideas y al final perder el rumbo. Es un ejemplo solamente pero sirve para visualizar el pensamiento de una gran mayoría. Así es la realidad de las cosas. Yo concretamente me derrito cuando paso por delante de los muchos apartamentos vacíos que presentan sus ventanas cerradas y sus terrazas huérfanas. O cuando observo perplejo a la gente que teniendo la inmensidad fascinante del mar delante eligen sentarse dándole la espalda, para aposentarse mirando a cualquier pared desnuda, ignorando la belleza en su estado más puro.

No sé, a lo mejor es que soy raro, y como dice un amigo de allende el océano, todos los varones somos unos putos y seguro que me comeria la masita sin rechistar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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