martes, mayo 09, 2006

La dieta del yogur

A las seis de la mañana, la taza blanca de mi aseo suele estar fría como un témpano, esperando atraparme para torturar durante un momento mi trasero vírgen y recién hecho, como un bollo de pan francés. Ese asiento sin granos parece observarme cuando entro con sigilo para meter toda la carne en el asador y empollar los huevos, como hacía la gallina clueca que tenia mi abuela Doloretes en la terraza de casa. Siempre suelo ser discreto en mis exposiciones y procuro no levantar mucho la voz para no despertar a los vecinos. Pero esta vez todo ha sido diferente. Podríamos definir el acto como un espectáculo lamentable. Mi cuerpo parecía desintegrarse al tiempo que desgarrador, rompía a llorar desconsoladamente, soltando como diría El Cigala, lágrimas negras. A la órden de todo lo malo fuera, mi estómago maltrecho cantaba apretando la boca, una saeta sentida, una copla bien timbrada con acento africano, a lo Conxa Buika. Todos estos cánticos folclóricos son la consecuencia de la dieta del yogur que iniciamos anoche la negrita Verito y el que con dolor escribe. Aquellas lluvias trajeron estos lodos.

Ayer por la tarde llegué a casa hambriento como el cachorro pequeño de un león en tiempo de sequía, ilusionado con realizar la habitual comilona de los lunes, dejando a mi paso un rastro de babilla que inundaba el suelo desde la salida del ascensor. Un charco. Pero encontré la resistencia numantina de mi chica y un candado en la puerta del refrigerador. Este par de razones bloquearon momentáneamente un acceso directo a las viandas. Cuando mi corazón dejó de palpitar como un motor viejo, las constantes vitales volvieron a la normalidad. Fué entonces cuando la doctora Monetta me aplicó la receta mágica con aire dictatorial.

— No Xavito, nada de pan, ni de mayonesa con aceite de oliva sabor intenso, ni de queso curado de Gran Capitán, ni de aceitunas gordas violadas con pepinillo, ni tortilla de patata empaquetada de Caprabo. Hoy toca yogur.
— Mmm! (lamento de ser humano herido)
— Vamos a empezar la dieta del yogur.
— Grrr! (sonido gutural de cachoro de león hambriento)

El plan elaborado por mi dietista preferida consiste en clavarse medio litro de helado de crema yogur semidesnatado con salsa de mango, marca Hacendado, para cenar.

— ¡Ostia Verito! Que esto lleva azucar, y no lo termino de ver claro esto.
— Que no mi amor. Que no lleva. Mira que pone Sin azúcar y Apto para dietas bajas en calorías.
— A ver, déjame leer el envase.

También pone que son de ocho a diez raciones y que no tiene gluten. Y leyendo más dice que lleva casi diez gramos de azúcares en forma de fructosa y lactosa. A mi no me la pegan. Le pedí permiso para suplir esta carencia de proteínas por ser el primer día y soltárme la buena nueva de sopetón, alevosía y sin aviso previo, con unas facturas para los mates en forma de palmera y dos cuadraditos de chocolate Lindt del noventa y nueve. Eso si, al final de la corrida el banquete estuvo a la altura. Todo regado con agua. Y ligeritos para la cama.

Y aquí estoy, calentando las sábanas y rompiendo moldes, que pareciera que va a rasgarse alguna cosa de un momento a otro. Pero debe de ser efectiva esta propuesta. Vacío me voy a quedar. Y los vecinos sordos. Voy a perder la poca dignidad que me queda. Así es imposible que nadie me respete. No se puede. Pero la Verito dice que tengo que ser yo mismo. A cagar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me parto con el del yogur... esto es muy bueno :)