martes, mayo 23, 2006

Josep y Elena

El sábado, cuando el sol comenzaba a pintar las baldosas de gres de la terraza, sentado frente a un vaso de Nescafé con leche entera con calcio, azúcar negro de caña y un zumo de naranja sanguina, conversaba con Verito sobre el carácter de las personas. Estar en alto observando el universo en contrapicado, permite alejarse del ruido de las cosas. Con una galleta de chocolate chokis en la mano, y mientras la vecina de enfrente defendía la intimidad de su casa descolgando un toldo rayado, llegamos a la conclusión que los habitantes del planeta tierra se pueden dividir en dos grupos. Los que se quejan y los que no.

Los primeros casi nunca estan conformes. Para ellos la vida es un lamento sutíl. Cuando el tórrido calor inunda las calles en verano, los oyes cantar con el semblante desencajado, lo mucho que les agrada el frío de noviembre; si es octubre, está lloviendo, y desde la primavera no cae ni una gota, sufren con pesar la llegada del mal tiempo a la comarca. Si están en la playa les molesta la brisa, los mosquitos y los granitos de arena que trasportan en las medias. La humedad les aturde trayéndoles jaquecas rabiosas que les impide levantar la cabeza.

— En Cuenca, en el rio Cuervo si que se está bien. ¿no? — te dicen con gesto doliente—
— Aquello es una maravilla Vicentica. Tienes que ir. Allí el paisaje va cambiando según la estación. No como aquí en el mar, que miras media hora y siempre es igual.
— No sé como se pudieron comprar ese piso tan caro. No tienen conocimiento.
— Y en Agosto está lleno de coches y no puedes ni aparcar. Una barbaridad.

Si estás comiendo en medio de la montaña, por ejemplo en mitad de la sierra de Espadán, en su ambiente, rodeado de olivos centenarios y alcornoques desnudos, tampoco. Conocen otro restaurante, donde casualmente fueron la semana pasada; allí preparan el medallón de solomillo con salsa romescu y patatas panadera exquisito. Como elegiste tú el sitio, simulan haciéndose el artista.

— No es que esté mal. No. Pero hay que ver estos cubiertos. No se puede ni comparar.
— Pues que venga el camarero y te los cambie. Manolo, la carne está malísima. Dura como la suela de un zapato.
— Y encima es caro. No les dejes propina.

Se quejan si hay demasiada gente y les parece masificado el asunto. Si por el contrario, hay cuatro gatos, que poca vida tenemos en la calle. Si los niños juegan, les regañan por hacer de niños, saltar y vociferar; si leen un libro, se preocupan por su salud mental. Si los padres son estrictos mal, si son liberales también. Nunca acertamos.

— Algo le pasa a este niño. Es que sus padres son de una forma que ya te digo.
— Esa criatura acabará mal. Con esa educación. Y su madre no va a misa nunca.
— Me parece que no están casados. Y el mayor sin tomar la comunión.
— No me digas.

Que la paella te ha salido sosa, o salada, el arroz hinchado o crudo; el sofá demasiado grande, o pequeño; la cama blanda o dura. El armario demasiado espacioso y desaprovechas media casa, o reducido y no entienden como puedes guardar tu ropa en esas condiciones. Si te cambias de casa en un solo día eres un ansioso y no puede ser. Si lo hicieras en un mes te reprocharían lo mal organizado que estás. Ellos te explican con detalle la manera correcta. Son un manual de instrucciones. Si te vas a vivir lejos no lo entienden y te acosan con sus prevenciones; resulta que te quedas como estás, eres un tipo sin empuje y falta de ambición. Si hablas mucho te tachan de charlatán; si mantienes una postura discreta eres un huraño. Si participas enseñando tu pensamiento te dicen que solo hablas tú; si ocurre que escuchas al otro achacan tu comportamiento a la falta de ideas. Eres un mediocre. Si llevas camiseta, por qué no la planchas; si estás delgado dicen que tienes mala cara, y si echas tripita que no entienden lo gordo que estás, a ver si dejas de comer tanto. Si te queda poco pelo se acuerdan de lo guapo que eras con la melenita rubia. Si compras un coche y te ven contento, afirman condescendientes que por ese precio te conseguían dos. Al final acabas por cansarte de tanta protesta y en vez de responder a tanto rosario, optas por rehuir su compañía.

Josep es una persona que nunca invadirá con negatividades tu círculo. Siempre le he visto expresar con inteligencia y humor, su opinión, sin molestar, respetando con delicadeza la libertad de los demás. Es de esa clase de gente que sacan a relucir la parte positiva de la vida, con una sonrisa natural que te desarma. Esta tarde hemos estado conversando la Patri y yo, mientras viajábamos a Gandía a visitar a unos clientes. Entre los temas que hablamos salió este. Le contaba que estaba preparando un post sobre la amistad y las personas especiales. Y convinimos en incluir a Elena. Ella también es miembro de este club. Y lo cierto es que hay pocos socios. Pero buenos. Los puedes reconocer porque son las personas que siempre te hacen sentir bien. Sin excusas, sin reproches, sin culpas. Nunca incomoda su presencia y a su lado todo parece más fácil. Pasan por tu vida como un soplo de aire fresco. Te conceden los permisos para que puedas seguir haciendo aquello que te gusta.

Y dijo Heráclito el ateniense, que los buenos salvarán al mundo de su ignorancia, preservando la esencia de nuestra especie intacta, frente al embite arrollador de la perversa envidia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Xavito me ha encantado el articulo de hoy...lo he mandado a mis amigas para que lo lean, tienes mucha razón pero por desgracia hay mucha gente así, yo paso 9 horas al dia con una persona así a mi lado y por desgracia creo que se pega.... por lo menos cuando eres tan negativo ¿NO?

Unknown dijo...

...Yo intento ser feliz. Seguro que esa persona tiene un problema en su vida y no es capaz de resolverlo. A la gente, a todos, nos hace falta una pasadita periódica por el sicólogo, para limpiarnos como los barcos y sacarnos el caracolillo, que impide que podamos navegar con soltura.

Eso es una enfermedad que tiene cura. A veces también con un polvito bien pegado, con la persona adecuada, se soluciona y te aparece la sonrisa escondida.

Un beso Gelatina,